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Diversificar para ganar: las exportaciones portuguesas en un contexto de conflicto

Los números están ahí y son reveladores: la economía global está enfriando; nos encontramos con una crisis comercial de dimensión aún desconocida, pero ya preocupante; la cómoda calma de los mercados que ha permitido un crecimiento sostenido en los últimos años está temblando.

Los habituales heraldos de la desgracia ganan nuevo aliento, y la verdad es que la guerrilla comercial trabada entre los proteccionismos de EEUU y China, la incógnita del Brexit o la creciente ola de populismo en suelo europeo no son realidades que alienten confianza, inversión y creación de riqueza.

Es en este contexto que el rendimiento económico de Portugal comenzó a evidenciar también una cierta desaceleración, con las exportaciones portuguesas de bienes evolucionando en 2108 por debajo de la tasa registrada en años anteriores, dada la caída en nuestros principales mercados de exportación.

Una señal que debe servir de alerta, pero sobre todo de incentivo para que el País en su conjunto y el tejido empresarial, en particular, preparen con redoblado empeño las mejores y más diversificadas respuestas a las dificultades que se dibujan en el horizonte.

Un desafío complejo

No quiere esto decir que debamos descuidar los mercados tradicionales, que requerirán inclusive un mayor esfuerzo promocional de nuestros productos, ya que seguirán teniendo un peso decisivo en las ventas totales. Sin embargo, debemos invertir en la búsqueda de nuevas geografías donde la demanda sea hoy más fuerte y lo suficientemente atractiva.

Es un desafío complejo, porque la entrada en nuevos mercados exige siempre un gran esfuerzo de investigación sobre la realidad local en los más diversos niveles, desde el político al cultural o legislativo. Pero es un reto que está perfectamente al alcance de las empresas portuguesas, que tan buena prueba de capacidad y creatividad han dado al conseguir proyectarse más allá de las fronteras durante la última grave crisis económica.

Analizando el mapa del mundo, verificamos que algunos de los países con las tasas actuales de crecimiento más alta, y por lo tanto los mercados más deseables, se encuentran fuera de las rutas tradicionales de las exportaciones portuguesas, como son los casos, a oriente, de India y China, o en Europa, de Polonia y República Checa.

Pero también es posible detectar signos de recuperación en algunas zonas geográficas más tradicionales para las exportaciones portugueses, como por ejemplo algunas economías de África subsahariana o el mismo Brasil, que se encuentra de salida del período de ajuste económico de los últimos años.

Como es obvio, será mucho más fácil, por razones de orden histórica y cultural, profundizar las relaciones con África y con América Latina, que con las economías orientales, donde existen competidores mejor posicionados, pero no imbatibles.

Señales positivas

Cabe señalar que este movimiento para diversificar los mercados por parte de las empresas portuguesas conoció ya un esfuerzo de activación interesante en 2018, con muchas empresas de diversos sectores de actividad resistiendo la disminución de la demanda en sus mercados tradicionales europeos a través de la penetración en nuevas geografías.

Fue el caso, por ejemplo, del sector textil, cuyas exportaciones crecieron un 1,4% con respecto a 2017, con los mercados español y británico registrando disminuciones del 4,5% y del 6,1%, respectivamente, pero con el norteamericano (+ 18,4%), canadiense (+ 116%) o maltés (+ 105%) registrando aumentos significativo en sus pedidos.

También el sector del calzado, que registró el año pasado una caída de las exportaciones en un valor del 2,85%, fruto de la desaceleración de algunas economías europeas, vio crecer sus ventas a China, por ejemplo, en más de un 70% en valor y 60% en volumen, amortiguando de esta forma la caída en los mercados tradicionales.

Si estos son signos positivos, la verdad es que es importante intensificar la inversión en la apertura de nuevos mercados para las exportaciones portuguesas a la luz de una estrategia que alinee el esfuerzo de entidades públicas, organizaciones empresariales y de las propias empresas para maximizar todos los canales de contacto y todas las oportunidades de negocios en el extranjero.

Iniciativas innovadoras

Citemos, por ejemplo, tres acciones recientes que concurren en este sentido y que es importante multiplicar:

      1. El proyecto “Exportadoras Outstanding”, lanzado por el Foro para la Competitividad, que busca estrechar lazos de cooperación entre grandes empresas exportadoras (Navigator, Hovione, Tabaqueira, etc.) y empresas de menor tamaño que quieran “aprender” a exportar;
      2. El ambicioso programa de misiones empresariales patrocinado por la Cámara de Comercio e Industria Portuguesa (CCIP), en 2019, a países con economías en desarrollo, como Senegal, Tanzania, Bolivia y Chile, entre otros, y que representan numerosas oportunidades para las empresas portuguesas;
      3. Y, porque el futuro es hoy, el Programa “Exportar Online”, promovido por la AICEP, destinado a “apoyar a las empresas en la plena utilización del comercio internacional digital”.

 

La diplomacia económica, la presencia en ferias internacionales, la cooperación sectorial y entre empresas de diferentes dimensiones, la adaptación de los productos a las especificidades de cada nueva geografía, son todas cartas que debemos jugar con rigor en estos tiempos difíciles, para aumentar la competitividad y la resiliencia de nuestras empresas en el contexto global.