
Portugal frente al Brexit: la apuesta por el pragmatismo
Es la pregunta del millón de dólares: ¿qué tipo de salida del Reino Unido de la Unión Europea tendremos el próximo 30 de marzo?
La incertidumbre que existe en torno al Brexit se agrava cada vez más conforme pasan los días y la fecha se acerca, persistiendo las dudas sobre la futura relación política y económica entre el Reino Unido y el espacio comunitario, fruto de una situación muy singular y compleja, que exigirá aún largas y arduas negociaciones, sobre las más diversas variables y entre todas las partes involucradas.
Pero si la incertidumbre es grande y representa una dificultad añadida, no hay duda de que el Brexit tendrá importantes y trascendentales consecuencias en las relaciones, especialmente económicas, entre el Reino Unido y Portugal, teniendo en cuenta que los británicos son los principales clientes externos de nuestros servicios y representan el cuarto mercado más grande para nuestras exportaciones de bienes.
Se exige así a las autoridades, asociaciones comerciales y empresas portuguesas una respuesta concertada y madura. Sin caer en un pesimismo empedernido, pero también sin la defensa de un optimismo militante, se exige que nuestros negociadores sean capaces de hacer un análisis realista y pragmática de todas las variables en juego, anticipando caminos y soluciones que puedan minimizar aquellos perjuicios que no podemos evitar.
Dificultades y oportunidades del Brexit
Un ejemplo de este complejísimo trabajo es el estudio encargado por el CIP sobre la onda de choque que el Brexit provocará en Portugal y las posibilidades de mitigar sus efectos. Según las proyecciones presentadas en este documento, en un escenario más optimista, tendremos un impacto negativo del 15% en las exportaciones portuguesas que tengan por destino el Reino Unido, una cifra que podría ascender a 26% en un escenario más negativo de salida sin acuerdo. A nivel del PIB, se prevé un impacto negativo de entre el 0,5% y el 1%.
Aquí se evidencia la magnitud de las dificultades esperadas, ya sea debido a una previsible disminución de la demanda en el mercado interno del Reino Unido, con la consiguiente reducción de las importaciones, ya sea por una eventual imposición de derechos aduaneros y la emergencia de nuevas barreras no arancelarias para los bienes y servicios portugueses.
Por no hablar de la disminución del Presupuesto Comunitario, del que el Reino Unido era un importante contribuyente neto, o del peligro que presenta una posible disminución en las remesas enviadas por nuestros emigrantes, cerca de 450 mil, que viven en las Islas Británicas.
Por lo tanto, hay que apostar en el diseño de respuestas creativas que permitan al menos amenizar los efectos de forma significativa de estas preocupantes previsiones, que afectarán, de forma más profunda a los sectores del plástico, gomas, textiles, ropa, calzado, cerámicas y vidrio, vehículos y componentes, viajes, turismo y TIC. Pero también para explorar nuevas realidades y oportunidades en el comercio internacional que puedan surgir producto del Brexit.
En este ámbito, adquiere relevancia la necesidad de aprovechar las oportunidades de negocios en el mercado interno de la UE27 derivadas de la salida del Reino Unido, en particular conquistando cuota a los productos británicos, pero también aumentando el atractivo portugués para la captación de empresas de servicios e inversión extranjera directa (IED) que se desplacen fuera del mercado británico.
Importará también llevar adelante un arduo trabajo político y diplomático para contrarrestar la tendencia de desplazamiento del centro de Europa hacia el este, lo que haría de Portugal un país más periférico, avanzando con determinación en el fortalecimiento de la dimensión atlántica de la UE, donde los portugueses detentan una rica historia y una posición geográfica y estratégica privilegiada. “Tirar” Europa hacia el Atlántico, sobre todo ahora que el Reino Unido será más libre para trazar su propia política exterior, es esencial para afirmar Portugal en el contexto europeo futuro.
La más vieja alianza
Sin embargo, más que cualquier acción puntual o medida sectorial, Portugal deberá apostar en la relación privilegiada y secular que mantiene con los británicos. Estamos frente a la alianza política y económica más antigua del mundo – el Tratado de Windsor – formalizada en 1386 por los reyes D. Juan I, de Portugal, y Ricardo II, de Inglaterra, que consolida acuerdos previos firmados en el siglo XII y que fue posterior y sucesivamente enriquecida por diversos tratados de fuerte orientación económica.
Esta relación histórica sin precedentes que, a lo largo de los años, ha sido enaltecida por los más altos dignatarios de Portugal y el Reino Unido, constituye una especificidad que es imperativo explorar durante las futuras negociaciones en la fase de transición del Brexit.
En nombre de un pasado rico en comunión de intereses, los negociadores deben pugnar por condiciones privilegiadas que defiendan los derechos de ciudadanos y empresas de ambos lados, abriendo también puertas a nuevos mercados en el marco de la Commonwealth y de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa – CPLP.
Con pragmatismo y empeño, tiene la palabra nuestra diplomacia económica.