
Riesgo y emprendimiento. Portugal frente a una etapa de cambios
El riesgo, la acción de emprender proyectos nuevos y entrar en terrenos prohibidos, abandonando nuestras zonas de confort, son factores que contribuyen a la creación de valor. Crean valor sobre todo porque las actitudes arriesgadas y valerosas tienen siempre un efecto de contagio social cuyo impacto final muchas veces es imposible de medir o anticipar.
Cuando Henry Ford decidió fabricar el Modelo T, su objetivo era, siguiendo sus propias palabras, crear un automóvil “para toda la gente”. A pesar de la envergadura y ambición de este proyecto, Ford no tenía la más mínima intención de provocar una de las mayores transformaciones socioeconómicas de la historia. Y, sin embargo, eso fue precisamente lo que ocurrió.
Marie Curie, primera mujer en ganar un Premio Nobel en 1903, apostó incansablemente por su talento y esfuerzo, destacando en áreas del conocimiento científico que tradicionalmente, y hasta hace muy poco tiempo, estaban reservadas exclusivamente para los hombres. El valor de su coraje es reconocido aun hoy y su figura es un símbolo y ejemplo para muchas mujeres y hombres de todo el mundo.
Estos ejemplos dan cuenta de cómo las consecuencias del arrojo y del espíritu emprendedor de aquellos que se aventuran a arriesgar acaban influyendo sobre la vida de muchas otras personas, contextos y épocas. Por ello mismo, una comunidad que no aprecie y valore este tipo de actitudes, es una comunidad que estará condenada al estancamiento económico y social.
La aversión al riesgo en Portugal
Me temo que, en Portugal, aún no contamos con una cultura sólida y arraigada que promueva la asunción de riesgos y entienda los errores y fracasos como una forma de aprendizaje. Sin esta cultura, jamás seremos capaces de contar con un espíritu emprendedor propio.
En Portugal tenemos que abandonar el anatema sobre el fracaso para que las personas no tengan miedo de arriesgarse. Nos queda un largo camino por recorrer hasta que logremos consolidarnos como una sociedad dinámica, libre de obstáculos y prejuicios, que facilite los emprendimientos económicos, aumentando de esta manera nuestro bienestar social y nuestra dignidad como ciudadanos.
Sin embargo, también reconozco fácilmente, y con agrado, que en los últimos años ha sido posible observar un crecimiento en el número de portugueses que deciden arriesgarse y emprender sus propios proyectos y negocios, convirtiéndose así en emprendedores y empresarios. Un estudio de 2016, respaldado por la Allianz Kulturstiftung, identificó esta tendencia, clasificando a Lisboa como el quinto ecosistema de startups con mejores resultados en Europa, por delante inclusive de Estocolmo y Dublín.
Desde mi punto de vista, existen varios factores que podrían ayudarnos a entender estos cambios y la dirección que están tomando.
Un nuevo espíritu emprendedor
En primer lugar, la terrible crisis económica que atravesamos tuvo como consecuencia una de las peores tasas de desempleo de la historia portuguesas reciente, afectando de manera desproporcionada a nuestros jóvenes.
Esto llevó a que muchos de ellos crearan su propios emprendimientos y fuentes de empleos, surgiendo así una generación para quien el espíritu emprendedor era prácticamente la única solución de subsistencia. El número de adultos involucrados en emprendimientos en su etapa temprana en Portugal durante este periodo creció de manera sostenida, de un mínimo de 4,4% en 2010 a 9,5% en 2016.
Posteriormente, una vez que los peores momentos de desazón económica fueran superados, el mercado supo reconocer y apoyar estos cambios que se comenzaban a percibir en el tejido empresarial portugués. Por ello, contamos hoy con al menos 150 – 200 incubadoras de empresas en nuestro país, estructuras claves para la consolidación y éxito de las iniciativas emprendedoras.
Estos desarrollos han permitido que, lo que comenzara siendo una respuesta de emergencia por parte de nuestros jóvenes, se presente hoy como un incipiente espíritu emprendedor, valorizándose cada vez más su capacidad para generar riqueza y transformar ideas creativas e innovadoras en negocios rentables y sostenibles.
¿Cambiando estructuras?
Es aquí donde radica el factor más importante de transformación ya que lo que vemos son los indicios de un cambio de naturaleza estructural. Si antes, muchos jóvenes recién graduados de las áreas de economía, gestión o ingeniería tenían como objetivo profesional trabajar para una gran multinacional, hoy muchos de ellos salen de las universidades pertrechados con sus diplomas, business plans y simulaciones para montar sus propios negocios.
El tejido empresarial portugués va, de esta manera, transformándose. Contamos hoy, por ejemplo, con Farfetch, Talkdesk y Outsystems, las primeras 3 empresas con ADN portugués que han logrado introducirse al exclusivo y restringido club de los “unicornios”, o startups valoradas en más de mil millones de dólares.
Los eventos de importancia mundial que están llegando a Portugal son también una clara muestra de esta época de cambios: que el WebSummit haya decidido continuar en Lisboa por 10 años más es una oportunidad única para que nuestro país consolide su crecimiento económico, el de sus empresas e impulse el espíritu emprendedor de sus ciudadanos.
Debemos reconocer que las mudanzas que este periodo histórico trae consigo son aún incipientes y por ello frágiles. Será difícil que puedan transformar por si solas algunos de los más arraigados rasgos culturales portuguesas que limitan nuestro desarrollo económico.
Sin embargo, también es innegable que estamos siendo testigos de un cambio de época. Que este entorno empresarial y cultural más favorable para el emprendimiento portugués se termine por consolidar definitivamente es responsabilidad de todos.